Quién se agota en mi extravío
y llena mis ojos vacíos
en esta oscuridad que bebo
cada noche que me pierdo
en mis claros desvaríos.
Quién eleva la nota en mi silencio
y llama a las musas dormidas
para reunir las trizas de mi agonía
en hoscas frases sin sentido,
abundantes en revelaciones.
Quién me busca en el sueño,
rozando los límites de la inconciencia,
hurgando mis restos entre las telas
de un camastro hundido en las horas,
que ha reunido reposos antiguos.
Quién sino la noche para cubrirme
del frío que abriga mis desvelos.
Poder salir de este largo encierro
y dejar de mirar a mis adentros,
despojado ya de la piel transparente.