Ella dejó de caminar por un momento
para quitar su zapato izquierdo,
su media estaba teñido rojo,
sangre, por la herida en su pie
Los kilómetros ya no contados,
en días de lluvia, sol y viento,
los molinos de La Mancha,
atrás en el viento los había dejado
Anoche ella habló con Dios,
pidiendo la fuerza para llegar a su meta,
para cumplir con una promesa para él,
pero también con ella misma
A un grupo alegre se juntó,
peregrinos que cantaron en un lenguaje,
no el de ella pero sin embargo
se sentía su compañerismo
Al unísono dejaron de cantar
inmóviles miraron a lo lejos,
hacia los chapiteles de Santiago,
en los matices de la tarde bautizadas
Lágrimas humedecieron sus labios,
su corazón se regocijó,
ella sentió un gran agradecimiento
por la redención de una promesa
David Arthur ©®
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