En la eternidad del aquel chispeante cortejo,
no impera el peligro de la ignorancia
porque se observa la fuente que no agota,
y la victoria vuelve a recordarse inagotable.
Cuando mantienes la calma ante el veredicto
y ser juzgado tampoco te comporta temor,
ahí puedes reconocer que tu debilidad
se ha convertido en tu gran fortaleza.
La profundidad de permanecer junto al amor,
sin necesidad de salir corriendo
al comprender el sacrificio como vital,
¡abrense las puertas de la victoria!
Sabemos que el fracaso lo vivirás en silencio,
pero si con la victoria haces lo mismo,
créeme que habrás ganado todas las derrotas.
Galilea R