Alberto Gimenez Porcar

Susana

Benditas manos que acariciaron, pacientes y sabias buscaron y entre nudos aliviaron un dolor, benditas cuando entre nudos crearon lazos en el corazón… casi odio tanta bendición cuando tan puritana atracción; esperando cualquier roce que diera rienda suelta a la imaginación, o un aliento, o que sé yo… cuando aparecía esa voz como si en sueños me despertara, como si mis pensamientos le hablaran de viva voz; ¿ dónde estás? Con dos palabras deshacía ese nudo en mi mente, abría los ojos mientras su sonrisa pícara y un gesto con su lengua me decían; despierta de ese sueño, y aunque sus ojos vieron tanto, jamás esos sueños le alcanzaron... lo sé porque allí solo estábamos ella y yo.

(Alberto G P)