Cada gota que golpeaba el cristal de la ventana,
aclaraba la pasión que encendía tu dulzura,
y la lluvia resbalaba con el viento revelando,
tu mirada, que no olvido, inundada de ternura.
En la noche de la gala, desapareció el bullicio,
y se ha esfumado la gente, sin que la puerta se abra ;
se aplacaron las miradas y en un perfecto momento,
tu alma eligió la mía y murieron las palabras.
Una promesa de amor hasta el final de los tiempos;
y el deseo de estar juntos hasta que “fuéramos viejos”;
aguacero de ilusiones y un umbral de una cabaña;
devocionales de vida; imborrables y perplejos.
Canciones que ya son nuestras, y coritos de esperanza;
un corazón en la arena, al que no lo borra el viento;
ni la muerte ni el olvido podrán postergar de cierto;
que el amor de juventud, pasó la prueba del tiempo.