Asklepios

Anunciaste

Anunciaste, con el silencio

incandescente de tus labios

insensibles,

la desollada ingravidez

dolorida de una agonía sedienta,

-la mía-,

 por intentar comprar las necesarias

 distancias donde poder rasgarme

 por dentro sin tú saberlo.

No pudo ser e ignoro si te has

enterado

. Desde entonces apenas pido nada .

  y tampoco nada espero.

Hoy, tan sólo quisiera conocer

la textura tierna de los vértigos y

 alguno de sus sabores.