“A la paz se afilia . . .”
Qué infausta desgracia la del gran Sicilia,
el dolor de un alma nadie reconcilia,
se le fue el querer, la entraña, el amado ser,
por desgracia perdió al hijo de su amanecer.
La esencia de vida, que era brillo, huella,
pasó a ser despido sin ángel, ni estrella;
despecho y pasión convierte en palabra
con quebranto llora, le duele lo que habla.
Expresar pausado sensible, calmado,
mustio corazón hueco apesadumbrado,
tragedia que mancilla al hombre puro, fiel,
abrigo curtido sobre la erizada piel.
Un sombrero cubre su humilde cabeza,
del cerebro brota prudente entereza,
pregona justicia, que ley busque rumbo,
crece en pensamiento que transmite al mundo.
Mientras ojos tristes se llenan de escarcha,
los pies, los zapatos, siguen senda en marcha,
transita el camino que lleva a la paz
sobre el cuerpo afable, barba en digna faz.
Sensatez que asombra está más que alerta,
al gobierno clama . . . ¡por Dios, ya despierta!
la voz del poeta se vuelve exigente,
de ancho pecho brota reclamo valiente.
Mas, nadie lo oye, ¿por qué nadie escucha?,
van quejas al viento, ¿es vana una lucha?,
no teme amenazas, ni a la propia muerte,
él es guía y líder de conciencia fuerte.
Autor: Lic. Gonzalo Ramos Aranda
México, D. F., a 09 de julio del 2012
Dedicado al poeta y activista Don Javier Sicilia Zardain . . .
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