Aromas de quimeras que embriagan de esperanza el sueño
con el que nada importaran las espinas del camino, la aridez
del paso o la piedra persistentemente dura con la que tropezó mi pie,
si juntos formaremos nido para calmar la sed del abandono
retomare mis sobras para traslucir solo la luz de la experiencia
y el poco amor que como mendrugo me mantuvo en vilo.
Serán tus ojos la música de mis oídos, tu boca la fe del pensamiento
que me cimentaran un nuevo mundo, clausurando al fin
la clandestinidad de mis oceánicas aguas, no serán
inútilmente mis palabras, ni las recibidas que en su momento
me dejaran su mar de dolor, hoy volveré a bañarme en él para dejar
ahora desgastados los sentimientos y los ríos vertidos por la ausencia,
el canto aprendido habrá que desaprender y reaprender a contemplar
la luna, a encontrar en la germinación de la aurora el nuevo placer…