QUE NO CALLE EL SILENCIO
En solitaria alcoba me pregunto,
donde van esos sueños,
que irrumpen mientras duermo,
donde cada suspiro se almacena,
donde se va quedando cada pena,
donde van las miradas y el deseo.
Despierto me detengo,
en un fugaz recuerdo,
que aferrar pretendo y se diluye,
no sé si el viento se construye,
o de la nada nace, como el tiempo,
o es el vacío de un devenir desierto.
En brazos de Morfeo sigo atento,
sumergido en el sopor, sin dueño,
libre en el éter del profundo vacío,
en el mismo abismo donde sueño,
donde al soñar levito sin aliento,
y aleteando subo al firmamento,
donde eufórico planeo, porque puedo.
Y en ese caminar sin dejar huella,
ingrávido y perdido me sostengo,
colgando de los hilos de la vida,
exprimiendo sus néctares,
bebiendo de la sangre de mi cuerpo,
abducido por cada latido de mi aliento.
No siento más latido que mi vida,
y en ella me recreo,
me deformo y me encuentro,
y en cada sinfonía de mi cerebro,
me duermo cada día.
Solo pretendo, ser solo melodía.
Que no calle el sonido,
que no enmudezca el verso,
que sea el silencio cómplice,
de este furtivo tiempo.
Que no se queden solos,
los niños ni los sueños.
Que el beso no se acabe,
como caduca el cuerpo,
y el amor sea el suspiro,
de un devenir eterno.
Que no calle el aliento y el latido.
Aunque marchite el lirio,
que no calle el jilguero.
Angel L. Perez
https://www.poemas-del-alma.com/blog/usuario-188210
11/07/2021