La primavera cantaba
y yo al pasar la encontraba
mientras dormía despierta
entre sonrisas plateadas
y bambúes colorados
que el viento desarreglaba.
Ella cantaba canciones
de vidas de enamorados
que entrelazaban las manos
sintiéndose independientes
de tapujos ordinarios
que los tuvieran atados
a la vida cotidiana
de la gente inteligente.
Ella cantaba canciones
de destinos con guitarras,
de palabras que sonaban
en un eco de palabras
en el medio de la nada,
sin importar su llegada
a aquella tierra tan fría
que de a poco calentaba
como primavera rara
que se vestía de flores
sin importar el mañana
para ayudar al verano
a gozar la vida sana.
Caminos de primavera
que no sé si los llevara
hasta el paseo de robles
donde la vida se acaba.