¿Qué decir de mi poesía?
Un amasijo de letras os diría,
un hilo de coser distancias,
un ojalá, un dislate, un desvarío,
extraerle la sustancia
a la vida y al amor,
conjugar con el dolor
desde el eco hasta el vacío,
es sentir el extravío
de un camino sinuoso.
Es un hilván melodioso,
es la rima y la cadencia,
la pasión en decadencia
y el hálito vaporoso
de lo onírico e insinuante.
Si la escuchas es arrullo,
la caricia del murmullo
de una brisa susurrante,
de un susurro delirante.
Es el fin de cada estrofa
con la rima en un pespunte,
donde levita la forma,
en esa hoguera en que fundes
el cinturón que la ahorma
con cada estampa simbólica
del tapiz de la costumbre.
Es un barco sin destino,
un ocaso dibujado al albor de los sentidos,
un oasis de ilusiones,
aquelarre de pasiones
que navegan, que se olvidan, que se pierden en suspiros.
Son los acordes que mecen
el quinqué del universo,
es la emoción de unos versos
que se erizan y estremecen
como la piel al sentir
a ese labio seducir,
a otro corazón latir…
Son mi tierra y mis raíces,
las profundas cicatrices
de los besos
que volaron hacia el cielo,
del doliente sentimiento
de tantas tardes tan grises…
Porfiar en el empeño
de soñar, y que los sueños
hagan real las fantasías,
aunque efímeras,
aún tan lívidas…
Intimista, introspectiva,
para mi es droga adictiva,
frenesí de lo retórico,
suave arrebato en lo erótico,
el vergel de la lascivia,
la emoción incontenida,
lo sensual e indecoroso.
Alfaguara de las lágrimas
que se perlan en metáforas,
suave, dócil, delicada,
el crisol de la ternura
embriagada de amargura.
Eso creo que es mi poesía,
como una nube esponjosa,
una frágil mariposa
que vuela con sutileza
en busca de la belleza.