Soñé que abría mis brazos al viento, y tú mirada cubria mi pecho como la hiedra que sangra el asedio...
Cuerpo diáfano que sosiega el misterio del color de los deseos y absorta queda mi piel desnuda...
Camino en la espesura de un futuro aciago donde escapa el presagio.
El viento arquea el árbol que danza en el destino y cierra los párpados con el agua clara de las gotas del rocío, y despierta el arrullo profundo como un yugo en la hojarasca creando un torbellino al borde del camino...
Y el solano, empujará al olmo hacia el borde del precipicio sobre la corteza ocre que rasga los caminos y seduce la tormenta.
Mi corazón palpita y confunde tu presencia; allí arriba, cielo y esencia... Aquí abajo, sol, tierra y piedras.