Naranjas sol, son,
las plumas camaleónicas,
que me suspenden,
dejándose llevar
por el viento.
O desafían la inercia
de las calles
en bajada,
intentando vencerla,
mediante una lucha
inútil.
Alas en mis pies,
de bajo vuelo corpóreo
pero infinito mental.
Alas.
Alas metálicas.
Que crujen, arraigadas
al empedrado,
haciéndome cosquillas
en las piernas.
Plumas circulares,
que me transportan.
Y teletransportan.
Mas allá de las nubes,
del juego,
del deseo arrollador
de crear
una multiplicidad
de universos
inexistentes,
pero disponibles
a habitar.