De un vaporoso horizonte
Han quedado suspendidos
Los lagartos derretidos.
Querían sol y a ráfagas
De rayos han sido acribillados.
Un día de verano caníval
Ha echado el calor
A su olla hirviendo
Y al ir a comérselo
Se ha abrasado el paladar.
Los gorriones desfilaban
Con el pico abierto
Frente al pelotón
De ardientes bocanadas.
La sombra de las moreras
(Que ya es decir)
Imploraba refrigerio.
Contra el viento pegajoso
Se precipitaban dromedarios
De joroba llameante.
Ni detrás ni delante
Encuentra un respiro
El manifiesto infernal.