A los amigos que me han escupido
El ombligo de una noche
cualquiera
iba a ser la madre de
mi muerte
Un agrio silencio se tornó en cuchillo
al borde de mi piel
recién advertido el peligro
sobre el filo de mi pecho
Hubo un disparo de inspiración
en mis músculos viajeros
y sentí perder todo mi acento
en aquella lluvia horrenda de recuerdos
cuando me resbale a la vida
¿Y mis amigos?
Pobres de ellos
Todos se durmieron en la tibieza de sus ojos
mientras la dura prueba
rompía el polvo entre los árboles
Al promediar la madrugada
una gota de perdón
intercaló mis sueños