Me iré un día, quizás lleno o tal vez vacío
tal vez valiente o francamente muy cobarde;
me marcharé acaso yo anhelando el estío
mientras en frente del lúgubre rostro mío
palidece eterna e hiriente la fría tarde.
Veredas extrañas recorrerán mis pasos
podría también un día volver a verte;
¡estaré siempre con el alma en mil pedazos!
sin extrañar ya la calidez de tus brazos
vacío de vida pero ¡lleno de muerte!
¿Me amaste tú alguna vez? Aún no lo sé;
pero yo subí al cielo mientras te besaba
y pensando en ese beso triste me iré
al maldito olvido, donde la vida... es nada.