Estrella blanca,
cómplice de mis desvelos;
de mi cielo la más amada,
tesorera de mis anhelos.
Dime que pasaría,
blanca luna, si una noche me atrevo
a aventurarme en el mar,
y así probar algo nuevo.
Me bañaría en su espuma
y, en un lento descenso,
me perdería lentantemente
en su profundo deseo.
Créeme, hermosa reina,
que si hago todo esto,
es para llegar a tu reino,
al que haces lucir tan perfecto.
Quizá no nade,
quizá la marea me lleve.
A lo mejor una ola me envuelve
y con calidez me acerque.
Y de esa manera, tal vez,
pueda cumplir con un sueño.
El de unirte al mar y a ti,
un sueño que quedó en desdeño.
¿Qué opinas, mi reina blanca,
si una noche de estas,
elijo para ti y el mar,
vestirme de cupido, de saeta?
Quisiera hacer algo para ti,
de mis noches, fiel compañera.
Quisiera verte felíz,
como yo en un tiempo lo era.