Cabalgando en las alas del tiempo
en cada amanecer, en cada alborada
regreso y correteo entre las matas
el calafate me pinta una sonrisa amplia
el viento sureño despeina mi cabellera lacia.
Acaricio tu ría con melancólica mirada
mientras su melodía me acaricia el alma.
Sonríe la luna desde el espejo de aguas,
se trepa al viejo barco abandonado
y me hace guiños desde la ventana.
Las estrellas en ronda saltarina bailan,
se hamacan titilando, hacen piruetas
al ritmo de la tonada que anida en mi alma,
dulce melodía de alma ilusionada
que no es otra que la de la mar en calma.
En vuelo de golondrina, siempre vuelvo
a buscar las caricias, los besos del viento,
los coloridos racimos de floridos molles,
las claras noches de luna y plata…
con el firmamento reflejado en la escarcha.