Cuando llegue el momento que yo muera
en ese entonces yo de veras quiero,
que sus duros o blandos corazones...
sean como sombríos panteones
Donde de repente en un día de estos,
en total y mustia serenidad
y ya revestidos de eternidad...
¡esa eternidad de tonos funestos!
Descansen todavía, aun angustiados
y para siempre por fin enterrados
¡ahí en sus vidas! mis pálidos restos.