La flor estaba hermosa
como la luz del día
era tan olorosa
y sin melancolía
porque era primorosa.
El viento acariciaba
sus pétalos preciosos
con brillos bondadosos
que amores anunciaba
con sinos olorosos.
La lluvia que caía
de aquel inmenso cielo
florida la ponía
cuando ella florecía
con todo su recelo.
¡Y cómo le admiraban
colores y sus brillos
donde los pajarillos
hermosos se posaban
y alegre le cantaban!
Pero desvaneciendo
llegó su cruel ocaso
cuando iba padeciendo
muriendo a contrapaso
porque iba anocheciendo.
Ella cayó marchita
el sol la fue secando
después de ser bonita
con su tez tan finita
su luz se fue apagando.
Cuando se fue ahogando
no tuvo más aliento
la sed la fue matando.
Y a vuelo lento, lento,
pasó un gorrión llorando.
La flor cayó vencida
sobre la polvareda
quedando adormecida
y muy entristecida
por aquella vereda.
Así mismo es la vida
como árbol corrugado
donde el dolor se anida
con su raíz vencida
y su tallo cortado.
Pero hermosas semillas
se fueron germinando
con verdosas ramillas
que fruto fueron dando
y hoy crecen florecillas.
Dialéctica existencia
se esparce por la tierra
con su vital herencia
que va ya en decadencia
por tanta y tanta guerra.