Las plantas en el otoño
se visten de mil colores,
los robles se ponen rojos,
los arces se hacen de oro,
los álamos de cristal
se convierten en los tonos
grises, negros y quizás
plata con hojas de albores.
Dormirán por muchos meses
en el invierno boreal
hasta que en la primavera
volverán sin más razones
que disfrutar el verano
con sus troncos limpios,
tersos, fescos, lindos
desde afuera y las hojas
verdes, tiernas
van llegando desde brotes
creciendo en la primavera.