Sentado a la orilla de la playa,
mirando sin ver el horizonte
del mar disfrutaba los acordes,
cuando un ángel captó su mirada.
Una larga melena dorada
recogida con bellos listones
adornaba aquel cuerpo que al borde
de las suaves olas paseaba.
Se terminó la paz que gozaba,
el aire abandonó sus pulmones
cuando coqueta mostró su escote
mientras a su lado se sentaba.
Luego de sonrisas y palabras
un beso siguió a otros en derroche,
ignorando el paso de la noche,
entre caricias y amor flotaban.
Amanecer entre campanadas
de grandes sensaciones sin nombre
e ilusiones de bellos colores,
fue una sorpresa que no esperaban.
Anna Gutiérrez