Llevo siempre conmigo un poema en el bolsillo, por si a la vida algún día se le ocurre encontrarnos indefensos y descalzos.
El olor del recuerdo duele más que el eco que dejan las palabras que se mueren en los labios.
Me he visto desnudo frente al espejo esta mañana y la llaga de tu memoria aun escuece, y sigue ahí, como algo que no pedí, pero hace que mi semblante cobre sentido.
Y me detengo,
Y la idea de encontrarte únicamente entre letras, silencios y tinta seca, se me hace inútil.
Hoy en día tejo sueños, y atrapo los suspiros que quieren escaparse de mi pecho.
Soy el río que golpea las piedras y confunde el llanto en sus entrañas como símbolo de rebeldía natural.
Y otra vez estoy de pie frente al espejo, aún desnudo, pero esta vez, he decidido cerrar los ojos.