Acá se llegó la nieve
en el medio del otoño,
llegaba en la caminata
de la tarde del domingo
mientras te tomaba el brazo
con el grueso del abrigo,
si la nieve silenciosa
llegaba sin muchos bríos
pero igual se amontonaba
al costado de la calle,
la vereda, la nostalgia,
tan solo para el fastidio.
El frío del viento norte
no impresiona ni molesta,
solo trae entre sus alas
esas ráfagas de nieve
en el medio del camino.
Una estará acostumbrada
a que llegue de repente
sin que nadie le permita
que se acomode contenta
en el medio de la casa,
buscanco enfriar el tiempo
con el cielo tan nublado
que da lástima nombrarlo
si se acerca demasiado
sin que nadie lo apreciara.
Salimos a comprar huevos,
casi, casi una huevada.
En mi lista de los viernes
encargué catorce cosas
y me olvidé de los huevos
para cocinar tortillas,
escarola en milanesa
con jamón en las tostadas.
La nieve se arremolina
alrededor de mi cara,
de la tuya, de la ardilla
y del pájaro que canta.
Bienvenida sea la nieve
aunque moleste nombrarla.