Hay un lugar posible,
donde el instante gira
raudo en los remolinos,
movibles y cambiantes,
en el rio del tiempo.
Hay un lugar posible,
a la orilla del tiempo,
en donde los sonidos
de la lluvia se mezclan
con las lágrimas finas
del dolor de las almas.
Hay un lugar posible
donde el signo del tiempo
se descubre en la tinta
de los atardeceres.
Donde la incertidumbre
danza con el sonido
de la voz y del llanto
y sus destellos caen
al mar desconocido
desde el rio del tiempo.
Hay un lugar posible
en donde África gime
en dolores de parto.
Y gime por sus campos desolados
y llora por sus niños sin mañana
y llora por los vientres devastados
de las mujeres tristes por la guerra
que otros idearon y que mata más allá de la muerte.
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©®Lea Nieves Torres