En la infinita ansiedad de las miradas
reconoce el poeta un dolor inquieto
palabras recias
sujetan el poema
ay lector qué clamor indefenso
¡ay bate! qué hay de cierto.
Ahora que no me miras
desfallecen mis ojos.
si me miras.
Contemplo tu olor de reojo
perseguido por un cálido céfiro jugando
con tu blanca frente marmórea
sorprendida por la luminosa transparencia de la noche.
Y el viento y el sol y el amor,me sorprenden
entrando en el magín
Y se calla el pensamiento
y las miradas seguirán aleteando por el espacio.
Buscando el arte o el amor
que despiertan
las emociones más dulces del alma.
El ruido torrencial de la vida
por las miradas cristalinas,
la zozobra en los ojos salados de no vernos.
Nada,
después de tus palabras,
nada,
después de tu mirada.