Freddy Kalvo

Relato

Altaneros, sí, altaneros,

hacen dúo: hombre y mujer.

Ambos eran maniobreros,

pero no eran forasteros...

¿Quién se lo podrá creer?

 

Llenos con su fantasía

avanzaban por las calles

con refinados detalles;

y, con tanta algarabía,

vomitando porquería.

 

Con ínfulas y arrogancia

caminaban paso a paso;

con refinada fragancia,

adornando petulancia

sin reservas, ni retraso.

 

Se sentían en la gloria

en las nubes, en el cielo.

Siempre bruscos con recelo

y aureola de Pretoria…

¡Disfrutando de su vuelo!

 

¡Pero qué inesperado era!

Al llegar a la palestra

ocuparon la trinchera

en silencio y con sordera

de manera muy siniestra.

 

Su arma era la humillación

y la palabra insolvente

con perfil tan prepotente

ofendiendo a la razón

en un mundo decadente.

 

Produciendo repugnancia,

hacían buena pareja.

Y, ¿de qué sirve la queja,

si es culpa de la ignorancia.

Cuál será la moraleja?

 

Esta historia es muy contada

por todos los recovecos

cuando nace la alborada

alumbrando tantos huecos

en conciencia limitada.

 

No se ofusque, ni se ría,

ellos gozan de renombres.

¿Y quieren saber sus nombres?

¡Son Poder e Hipocresía!

Hoy te pido: ¡No te asombres!