Un día partiré.
Tomaré carrera,
abriré mis alas
y muy alto volaré.
Un día abriré mis ojos
y con asombro veré,
elevarme de mi cuerpo
al cual ya no volveré.
Cruzaré el sendero
de naturaleza cercado,
el que en sueños recurrentes
con alegría he caminado.
Llegaré a aquel arroyo
donde te he divisado,
escribiendo tus poemas
que mi alma han tatuado.
Sobre un árbol recostado
sonriente me has mirado,
y, para regocijo de mi alma,
pronunciaste \"te estaba esperando\".
Me extendiste tu mano,
me sentaste a tu lado,
me brindaste tu hombro
donde mi cabeza he reposado.
De alegría he desbordado
en cada beso entregado,
en llanto me he quebrantado
cada vez que he despertado.
Pero un día volveré
y ya no habrá alba que me despierte.
Volveré, amor mío, a buscarte
y a envolverte en mis alas incipientes.
Ese día se acabarán las prisas,
ya no habrá tiempo ni distancia;
nos fundiremos con la brisa,
usarás tus alas, esas que reparé con ansias.
Un día podré amarte.
Mientras ese día llega
solo me queda esperarte
y escribirte con total entrega.