Hiver

Escritura en llamas

Escritura en llamas

 

Esta noche…

donde la licantropía de mi boca

se  ha levantado desde el valle de la muerte

y los burdeles de mis manos se desollan

en lácteos tornasoles y divina residencia de brasas…

Esta noche…

 donde los espermas de algún lejano lucero,

 aprisionan mansamente

el seno lunar de los azahares

bajo el alero de los viejos caminos…

he venido a escribir amor mío entre tus labios;

en la húmeda constelación de su sangre;

bajo su mandato de fuego y carne fugitiva

hasta partirlos como una gleba de cuarzo,

hasta fundirlos  y transformarlos,

en raíces de acuosa y dolorosa ternura.

Los preñaré de uvas, de gemidos demenciales,

de trigales azules y pálidos socorros de dulzura.

Voy a escribir amor detrás y más allá de sus pétalos,

allí donde mis ebúrneos ciervos, muerden,

(como la pálida jerarquía en el rostro de los muertos)

los hambrientos pezones de tu lengua;

allí, en el preámbulo de sombras y de arterias.

Voy a escribir en el epílogo de tu boca,

en la epistolar fosforescencia de su oleaje,

sobre el rastro ermitaño de sus urgentes orugas

de humedales…

Como una madeja de música

me adentraré escribiendo en sus estambres,

en sus quejidos salvajes de silencios, de placer, de locura…

Voy a escribir en tu oído el incendiario deseo;

el perverso y perfecto adjetivo

de la santísima indecencia;

hasta que la transfiguración del inevitable espasmo,

rasgue sus inútiles vestiduras;

como una prostituta enamorada

formada en las húmedas flamas,

en la alquimia secreta de las carnes y el sudor.

Voy a escribir en tus pupilas,

en las ninfas dormidas de tus párpados,

dirigiendo la orquestal sinfonía de tu mirada.

¡Ah...mi ternura!

las asecharé como un cuatrero de humo,

y escribiré, escribiré…

después...descansaré en sus atrios

y al sumergirme en ellas,

miraré como pintas el mundo, las cosas;

en garzos sueños, en añil melancolía.

Escribiré largo por tu cuello, y treparé

como un orangután de mesocarpio por tu altivo baluarte

y bajaré escribiendo sobre él;

como un bombero ebrio, loco,

gozoso de estrellas y de cantos.

Escribiré entre tus piernas;

¡oh...recorrerlas!

como alamedas marinas

y descubrirte amor, amor mío,

en cada una de sus grietas,

en cada una de sus grutas,

y sudar, sudar…como un esclavo condenado,

a vivir eternamente entre sus cauces.

Escribiré en tus cabellos; en sus cuerdas de trigo;

hurgaré en ellos y después…

 me iré recogiendo uno a uno, en celeste y plácida tristeza, 

(como un niño que recoge sus senderos)

en luceros dormilones, en luciérnagas de lirios.

¡Ah...pequeña!, pequeña, pequeña mía…

y volveré nuevamente a tus labios;

chocando nuevamente las bocas,

como dos altivos esqueletos,

bajo la emperatriz dormida de las sombras.

Y escribiré, escribiré…

sobre un cuarteto de labios,

sobre un sexteto de labios.

Escribiré entre tus senos.

¡Ah...que delicia…!

sentir como se hinchan, como suben,

como se estiran y dilatan;

como un melón estival a punto de estallar.

Escribiré mientras redoblan,

como campanas de brevas colgando entre las parras.

Escribiré en tus pezones…

en las odaliscas desnudas

que danzan en sus fluviales areolas

hasta sentir la erupción de sus maternales; de sus árticas letanías.

Escribiré, escribiré…

en la convergencia de tus muslos, con urgencia,

con eléctrica elación

como un girasol vencido

como un recoleto de fuego.

Escribiré afuera, adentro…y más adentro;

en tus óvulos, en tu lira;

en tus rosaledas de niebla,

hasta que hierva tu pubis como una olla de corazones,

como una olla de frutas silvestres;

hasta inundar tus espacios, tú tiempo,

como un clepsidra disparado hacia todos los vientos.

Escribiré, escribiré…

en la migración exacta de tus orgasmos

al lomo de tus orgasmos

en sus epíforas insaciables y desquiciada de placer…

hasta que seas un grito, un violento destello de luz mojada, 

un relámpago viscoso de  anémonas terrestres;

la llama que arde en las raíces de la noche;

lo que ha de fecundar la muerte en mis abismos…  

 

Todos los derechos reservados