Estaba triste
la tarde del invierno
con la nevada.
Y es que las nubes
ocultaban el cielo
y el manto azul.
Llora la tarde
con lágrimas saladas
y blanquecinas.
Estaba hermosa
la casa de las hadas
entre los robles.
Bonito sueño
sacado de los cuentos
hasta tus ojos.
Y es que esa casa,
con magia y encantada,
está a tu alcance.
Estaban vivos
los copos de la nieve
y juguetones.
Van a tu cara
de labios de los ángeles
y querubines.
Van a tu alma,
aumentan sus latidos
¡Te hacen soñar...!
Rafael Sánchez Ortega ©
16/01/21
Hay muchas tardes tristes en el alma y ésta siempre busca un culpable o una tercera persona para descargar el motivo de la misma y así, poder seguir el camino de la vida y recobrar la sonrisa, borrando esa sombra que, por unos momentos, pudo empañar su mirada. Veamos en la nieve lo que tiene de pureza y de magia y sintamos esa llamada de la infancia que tiene y nos ofrece.