¡Mi grito!... la voz sin tiempo,
De alimaña fiel lamento,
De aniquilado la muerte
De la vida carne cruda,
Atracones de dolencia,
Borracheras de terror.
Oquedades tan profundas,
Sólo me cubre el oxigeno
Y la rabia de mi voz.
Levo décadas, lo olvido,
Toda remembranza es débil,
¡quizás también me tocó!...
y de las cuitas que avanzo
es el miedo la peor.
Ya no me cabe el cariño
De la sombra de una sombra,
Que de una sombra surgió,
Y la madre sombra era
de algo que fue nefasto
y yo lo cubrí de amor.
Tanto engaño, tanto hierro,
Incandescente en mi carne
La huella de los demonios
A la vista se quedó.
De mi estampa yo reniego
Y de mi reniega el mundo,
En paz quedamos los dos.
Gocé de una sonrisa,
la marea se la llevó.
Paco José González