Siblime desprendimiento...
Él quería verme feliz, sí…
anhelaba que escuchará
el canto del ruiseñor
en la quietud de la alborada.
Que viviera mi vida
aunque no fuera a su lado,
respirando los perfumes
de los jazmines y de las rosas.
Que me vistiera con encajes de alegría
y que siempre brillara para mí
un cielo celeste con su sol dorado.
Él…¡él, que amaba tanto!
se alejó de mí
sacrificando su propio amor,
llevando en sus alforjas
mi luz y mi sonrisa;
porque mi felicidad…
mi felicidad era su faro.