Perdón a toda la esfera donde reposa el infinito,
a las cumbres de los cielos, a las profundidades de los lagos,
quizá así derrote mi conciencia y pueda esfumarme,
entonces la hoja seca de mi tristeza tendrá donde escapar.
Sin el perdón ya no vivo, yazgo solitario,
me llevará el viento hasta un lugar de horror y desprecio,
se ahogará mi voz en el laberinto de escarchas,
el amor cual diccionario habitará en la cárcel de la locura.
La ilusión me llevará a un charco de despojos,
esa espera del invierno vendrá con notas infernales,
a lo mejor las ondas diamantinas se cristalicen en bosques.
Pido perdón para escuchar el suave pulsar del silencio,
no sentir al fin el cautiverio y la fuga de los besos,
así llegarán todas las auroras a mis manos llenas.