Cuando las sombras
se apoderan de la luz tardía,
los recuerdos despliegan sus alas doradas
para surcar la mente mía.
Surgen los destellos
que nacen en el corazón
y se anidan en el vientre,
para darle vida
a los momentos maravillosos
que nos devolvieron los años
marchitos por el hastío y la sinrazón.
Momentos infinitos que llenaron
El vacío de las ausencias
con el aliento perfumado de los poemas improvisados,
con las caricias de terciopelo,
con las miradas de miel,
y las conversaciones sin tiempo.
La notas dolorosas del pasado
se apagan lentamente
y se esfuman sin darnos cuenta,
el futuro, permanece en silencio,
sin atreverse a contrariar la voz firme y serena
del presente.
El sol vuelve a brillar en las pupilas
y la luna plateada vuelve a destilar la inspiración,
mientras el viento susurra las melodías
que arrullan nuestros cuerpos,
que vuelven a nacer
con el trinar del nuevo día.
El mundo se vuelve tan pequeño
que cabe en nuestras manos,
el tiempo congela los segundos,
para hacer eterno el encuentro
al calor del vino
y el parpadeo cómplice de las estrellas
Juramos estar siempre juntos,
con el sabor del amor que embriaga
brotan las promesas de amor
más allá del infinito,
desafiando las predicciones
de los que aseguran que la distancia
con el amor acaba.
Invoco el poder del universo
para que nos dé sabiduría y tiempos mejores,
para anclar en el puerto de nuestros sueños.