Parecía una princesa
con su diadema en la frente,
y vestida en blanca seda,
¡Parecía una princesa
Con faz sonrosada y tersa
y piel de fresca genciana;
con su mirada coqueta;
¡Parecía una princesa!
Igual que bella sirena
que atrae con voz divina,
por sus formas tan esbeltas,
¡Parecía una princesa!
Sus labios eran dos fresas
llenos de exquisitas mieles,
y destilando belleza,
¡Parecía una princesa!
Se me entregó sin reservas
suspirando dulcemente,
y cual flor de primavera,
¡Parecía una princesa!
Autor: Aníbal Rodríguez.