LA FURIA DE UN INSTINTO
No es aquella la imagen de la suerte,
no se encuentra en el máximo atractivo
para el ansia fatídica que invierte
su tiempo en desnudez por lo lascivo.
Caminar en la cuerda por más fuerte
que parezca es tener el objetivo
entre un abismo impávido e inerte
y el amor que en otoño se hace esquivo.
La furia de un instinto se desliza
por el gris donde queda la cordura
atrapada entre el fuego y la ceniza.
La fantasía cobra gran altura.
Lo real, como polvo de una tiza,
se convierte en un resto de basura.