Soy la flor qué aromo los años de la indecisión
nadie me enseñó el color de la tristeza,
su hora de llegada o su infinita presencia,
nadie habla de esas cosas tan imprecisas,
tan imperiosas, más hoy necesito tiempo,
tiempo para acostumbrarme a dormir sola,
a no necesitar un mimo, a no buscar en tus brazos
la delicada almohada que pretendieran mis sueños.
Hoy sé que la tristeza no es negra, no es gris, sólo muy húmeda
del verde color que fue también mi esperanza y mi desvelo.
Muero al pensar que una eternidad no me será suficiente para olvidarte.
Tierra firme pedian mis pasos, aventura y vuelvo ignoto tus ojos
no logramos amarnos desnudos de piel y nombre
buena mar para tu rumbo, qué las aguas las pongo yo
al tratar de descansar lejos de tus brazos.