Angelitos de bondad
visitaron mi vientre un día,
por nueve meses estuvieron
llenandome de alegria.
Mi cuerpo estaba muy joven
y mucha gente opinaba,
no saben que era el momento
perfecto de su llegada.
La primera fue una niña
con su carita rosada,
de larguísimos cabellos
y sonrisa inesperada.
El segundo un varón,
orgullo para su padre
de presencia encantadora y
ojos avasallantes.
Una ternura, sin duda
este par de pequeñitos
y la madre muy feliz
cuida de sus angelitos.
Gracias al cielo y a Dios
por tan grata compañia
son mis hijos, mis hermanos
toda mi razón de vida.