Y a la vida
solo le pido su indulto
porque quizá no he sabido vivirla.
A la vida
le ruego me perdone,
por las veces que fui feliz
y no lo noté.
Que esa misma vida
me dispense por pensar más en el precio
que en el valor de las cosas
que me hacen feliz.
Que la vida
se apiade de mi
por el miedo que he tenido a pedirle
lo que de verdad anhelo,
lo que de verdad merezco.
Y que la vida
me disculpe por no soltar a tiempo,
aquello que nunca me hizo bien.
Que la vida
me dé la venia para ser feliz
sin temor, sin excusas,
sin vergüenza,
sin cadenas,
sin vacilo.