La noche amena se centra después de nacer la alborada,
se oye el silbido de las horas nocturnas,
se aproxima el reposo de su alma a través de su vuelo,
y un tétrico momento en él se esfuma por siempre.
Se vuelve el vigía de la luna,
ulula y las estrellas lo escuchan,
recorre los bosques sin descanso,
admirando el paisaje encerrado en su sabiduría.
Voló y voló,
su momento no es perenne,
ha terminado su viaje,
ya el alba se acerca nuevamente,
y el búho regresa a su cálido nidal,
dejando el mensaje de amor,
y así de nuevo esperará volar,
sobre su anhelada libertad.