I. Sobrevolemos la desnudez del agua,
Entre el brillo y el reflejo,
Entre la brasa y el contacto.
Para vivirnos hay que entrar al mar
Por la parte más mojada.
II. Para que esta prisa dure más
Que el escozor de las agujas;
Para que esta pausa te pinte la cara
De orgasmos y sentencias,
Bailemos como llamas en el viento.
III. Apagá la lámpara y no pongas despertador,
Todavía damos pasos prohibidos
En el laberinto de tus promesas.
Una doble afirmación no puede negarte;
“Sí, claro”.
IV. Somos figuras escapando a sus formas:
Dóciles ropas amontonadas,
Puerta entreabierta,
Tu reloj sobre la chimenea fría.
V. Donde se sacie tu labio morderá mi voz.
Todas las horas para verte y yo
Súbitamente más allá de mi mirada.
Soy un indefenso de mi fe,
Pero mi herida sabe el verbo
Que se clava en tu cuchillo
Y te de las buenas noches
Al mediodía.
VI. Te vestiste apurando un olvido,
Te precipitaste al doméstico azar de tus repeticiones,
Te arrodillaste de curiosidad y certidumbre
Cuando adiviné el nombre astillado en tus huesos.
VII. Teñías de negro tu ropa mientras amanecía,
Teñías de sol el temblor de mis vivas alas.
Te invito a ser dos desangelados
Y barajar pérdidas y errores
Hasta que la espuma nos sonría.
VIII. Valga la aclaración:
Siempre habrá pobres que den su moneda,
Desnutridos que compartan el hambre
Con la voracidad del pan recién hecho.
Afuera quedarán tus calores,
La justicia poética que nos merecimos,
Aquel abrigo que no aceptaste,
Los restos de una cerveza negra.
IX. Volé desde vos hasta tu penúltimo ocaso.
Abrazamos nuestra carne en las fauces de la noche.
Callamos juntos el grito cuando nos separamos.