No más un arroyo manso,
demasiado lleno
no de autoestima
sino de lluvias torrenciales,
forzándolo hacia adelante
más y más rápido
demasiado rápido,
aturdido,
acosando su camino
hacia caos destructivo,
desbordando sus orillas
hundiendo el terreno ya empapado
Como un ejercito en marcha,
derrotando a toda resistencia,
las aguas, cual una vorágine
inundan los alrededores,
libre de las privaciones
de su serpenteo innato,
restringido como un condenado
en su camisa de fuerza,
con venganza,
un oleaje indiscriminado,
entra el pueblo indefenso.
Solamente los pajaros escapan.
David Arthur ©®