Tú que llegaste con piedras
en la mano y diez navajas,
afiladas para infundir el miedo
con el diablo en la cabeza.
Tú que usurpaste la tierra
de la mano de un muerto,
tienes en tu frente blanca
la mancha de la guerra.
Tú que vendiste al pobre
sin cadenas, mas esclavo,
como una bolsa de piedra
en el mercado de sueños,
no eres dueño del pueblo
ni tampoco de su riqueza.
¡Levántense, hermanos,
la libertad es nuestra!
—Felicio Flores