Digo, creo, que no sólo eres ese viento
que acaricia suavemente mis cabellos,
sino qué también eres río,
piedra y alameda,
rincón de patio,
lluvia de setiembre,
luna que roza los trigales.
Ya no eres más el dibujo en la cortina,
que la suma de los días, los meses y los años
se ha encargado de borrarlo
sin el mínimo respeto.
Pero sigues por ahí, no sólo en ese viento,
sino en todas mis cosas
y en mis horas,
en la niebla que entristece la mañana
y en el rumor inagotable
del arroyo.
Aún así,
si esto no fuese lo que es,
me esforzaría por encontrarte tras mi sombra
y en mis sueños,
en el café del desayuno,
y en el whisky de la noche .
Llenaría las calles y los pasos
con tu nombre,
con bolsillos rebosantes
de poemas y un sinfín de vocablos
de colores
que trajeran a mí tus labios rojos
y el límpido aletear de tu sonrisa .
Creo que un día de estos días,
tal vez mañana, si tal vez mañana,
me aferraré a esa brisa
que tú eres
y me dejaré llevar
abrazado a tu recuerdo
para entregarte los besos
que no fueron .
Derechos reservados por Ruben Maldonado.