Qué fácil decir quédate en casa,
mi casa eran tus ojos y me los has cerrado,
eran las palmas de tus manos y estoy fuera,
era el latir de tu corazón repitiendo mi nombre
y estoy ausente de escucharlo,
era tu cuerpo en el que vivía mi deseo,
era cada palabra pronunciada,
en nuestros encuentros.
Quédate en casa ¡sí!
ese es el lugar más seguro,
quédate en casa, pero ¿cómo?
si ya no tengo, sí he sido expulsada
si me he quedado abrazada a la nostalgía.