La vida pasa aullando como una pesadilla
se enrosca en mi memoria y exprime los recuerdos,
patea mi vientre y ahoga mis pulmones
con el humo del miedo.
La vida me sacude
y me arranca los frutos
que yacen en el suelo hasta pudrirse,
deshoja mis ramas y corroe mi tronco
hasta dejarlo hueco.
Los pajarillos huyeron de sus nidos
y dejaron apenas las secas hojarascas
que desguazan los vientos.
Es navidad, mas para mí es invierno,
un invierno de nieves putrefactas,
de hielos puntiagudos, EL HUMO DEL MIEDO
de ventiscas heladas.
Pero hay que hacer camino,
descansar junto al fuego unos instantes,
comulgar con vino de la tierra
y acuchillar el viento
con el filo fugaz de una sonrisa.
Quizás no haya mañana
pero el presente, nadie me lo amaña.