Tras ver la estela de la tenebrosa muerte,
escabullirse velozmente por el mundo,
cuan ladrón escurridizo irrumpe por sorpresa,
mi corazón se aflige, al cubrise de temor profundo,
no por la triste muerte mía,
sino por perder lo que mi corazón tanto adora.
No soporto ni siquiera el pensamiento,
de perderme de estar junto a ellos,
de que la triste y esquelitica figura me lleve y me aleje,
o que me arrebate lo más querido.
Oh Muerte, némesis de la vida,
tengo la confianza en Dios puesta,
pero soy débil en momentos de flaqueza,
la aflicción mi corazón carcome,
y mi alma el sosiego no consigue.
Oh muerte, cruel amiga,
ya no me carcomas el alma,
no me quites la tranquilidad, la calma,
no me ataques a retaguardia,
con tu aguijón doloroso de tu desesperanza,
quiero mas vida, alejate para siempre muerte.