Lo miraba demasiado, no podía creer que aquel chico de mirada perdida y sonrisa fugaz me miraba a mi. A veces me preguntaba qué pensaba cuando me veia, que sucedia por su mente cuando le brillan los ojos, ¿pensará en mi? ¿Será posible que él me vea como lo veo yo? Quién sabe, pero ahora su corazón y el mio caminan juntos así estén lejos uno del otro.
El es la luz en mi oscuridad, ese cálido abrazo en la inmensidad de mi soledad y aunque podemos estar viendo el mismo cielo, pero no la misma parte de él, espero que las nubes vayan al lugar dónde se encuentre y que le digan lo mucho que deseo tenerlo entre mis brazos.