Hay amores de vitrina
que es mejor pasar sin mirarlos.
A los ojos venden encantos
y roban el aire que respiras.
Hay amores de vitrina
que tienden a dar un beso
cual pantano bien espeso
que te hunde si allí caminas.
Hay amores de vitrina
que por esto nadie los compra,
pues maldicen a quien los nombra
y en su regazo guardan espinas.