El tiempo se deshoja como un árbol
en una carrera contrarreloj con la vida
hacia una meta difusa en la mente
de quien no quiere olvidar.
Las voces son ya invisibles, el hombre también
y en un mundo que arde, se ha enfriado el amor.
Ya no hay cables, ni sueños, ni teclas, ni paz.
Solo pantallas gélidas y planas
que la gente usa de biombo
para no mostrarse tal como son.